Repito: No hay ningún momento que sea enteramente bueno ni enteramente malo. Elementos de ambos extremos siempre están presentes. Nuestro baile no es en los extremos, sino en el medio—en el balance—entre las cargas pesadas y una confianza inmovible… todo al mismo tiempo… en el ahora… en el siguiente ahora… hasta el infinito.
Trato de recordar: Cuando no tengo nada—ni fuerzas, ni voluntad, ni aliento—es cuando no me falta nada, ¡PORQUE TENGO A CRISTO!
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 Corintios 12:10 RVR1960)
Nos regocijamos en nuestras debilidades porque ahora sabemos—mejor que antes—lo que siempre sabíamos. Jesús es nuestro todo… la única fuente de nuestra fuerza… nuestra única esperanza. No nos falta nada… ni con la salud comprometida… ni aun en nuestro lecho de muerte. ¡La gracia triunfa siempre!
Por tanto, es posible que nuestra recta final se vea distinta de lo que espera la gente que nos rodea:
«Tal vez si celebramos la gracia en medio de la penumbra en lugar de la ilusión de la victoria total, estaremos menos decepcionados y más preparados cuando la enfermedad y el mal irrumpan en nuestras vidas, como siempre lo harán. Tal vez seamos más valientes y mejores personas si sabemos que no podemos aniquilar esas cosas, sino sólo blandir océanos de humor, paciencia y creatividad contra ellas. Tenemos una cantidad incalculable de esas armas extraordinarias, ¿no crees?» One Long River of Song, Brian Doyle, Ensayo: On Not «Beating» Cancer.
“Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” (Santiago 1:4 RVR1960)
Sobre este versículo, una teóloga contemporánea cita un dicho del mundo del software: “Es una característica, no un fallo.” (It’s a feature, not a bug). La paciencia es un proceso que dura toda la vida.
¿La gratificación instantánea? Siempre quería un espray como el que utilizan los futbolistas… tirados al suelo, agarrando la pierna destrozada, rostros de plena agonía… hasta que llega el entrenador con su espray mágico… 15 segundos después se lanzan al partido nuevamente.
Son pocas las cosas sanas que nos llegan en el momento que las queremos. No tarda en llegar el remedio que buscamos debido a un fallo técnico en la administración del reino de Dios. La vida entera está diseñada para que aprendamos a esperar. De hecho, mucho de lo que Dios nos promete ni siquiera es para ahora, sino para después. Imagínate cómo será aquel “después”…
Mientras tanto, ¡Disfrutemos el baile!