Pies hermosos...
“¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:15, RVR60)
Cuando piensas en los miembros más hermosos del cuerpo humano, ¿cuáles se te hacen los más bonitos? Tu respuesta en este caso tal vez no sea como la de Dios. Sí… para Él, son los pies.
No pierde nunca su brillo la memoria del pastor que hace muchos años miró más allá de mi apariencia física y me invitó a conocer a Cristo como mi Salvador personal. Para mí, sus pies valieron más que todo el mundo. Me trajeron el único mensaje de esperanza, salvación, y abundancia de vida que existe en todo el universo.
¿Qué sientes en tu corazón por aquellos que tuvieron parte en que tú llegaras a conocer a Jesús? ¿Gratitud? ¿Amor? ¿Aprecio? Todo eso y más, ¿no?
¿Cuántas personas hay en tu vida, que al pensar en tí, se llenan de esos mismos sentimientos porque fueron tus pies los que les llevaron el mensaje de salvación?
Al final, todos queremos escuchar esas palabras del Maestro: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” (Mateo 25:21, RVR60) Pero, no tenemos que esperar hasta después para escuchar palabras que levanten nuestro ánimo.
Poco en la vida refresca los huesos del creyente como escuchar su nombre en el testimonio de otro. No es orgullo. Al contrario, es una confirmación más de cómo es la gracia de Dios.
Nos usa a pesar de nuestras muchas imperfecciones.
Nos llenamos de gozo cuando vemos cómo ha trabajado el Espíritu Santo en alguien más.
Nos motiva a repetir la experiencia.
Hemos de cuidar nuestros pies.
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