Pérdida y ganancia…
“Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida, por amor de Cristo.” (Filipenses 3:7 RVC)
El Apóstol Pablo perdió mucho cuando comenzó a seguir a Cristo: familia, amigos, prestigio, religión, y poder. El relato de su conversión en el Libro de los Hechos, capítulo 9, nos recuerda que Dios no le pidió permiso cuando estaba por quitarle tanto… ni tan siquiera le avisó.
Es interesante que en lugar de sofocar su celo por ser devoto, Dios le corrigió el enfoque de ese ardor interno. “…de los ojos de Saulo cayó algo que parecían escamas, y este recibió la vista. Luego que se levantó, fue bautizado;” (Hechos 9:18 RVC) El Pablo que tan celosamente atacaba y mataba a los del Camino, volvió a Jerusalén—siempre con mucho celo—pero ahora para contarles las maravillas del Jesús que había salido a perseguir. Con el tiempo, Pablo se sentía más que bien recompensado. Ante el amor y el gozo de Cristo en su vida, lo que había perdido—y lo que sufría por el Nombre— ya no significaba nada.
Como el Apóstol Pablo, nosotros que hemos depositado nuestra fe en Jesús, experimentamos el mismo amor y gozo en nuestros corazones. Contamos con mucho más que la suma de nuestras pérdidas. Nos recuperamos de los daños del pecado que nos había esclavizado. Encontramos el verdadero significado de la vida. Descubrimos la libertad que hay en someternos al único amo digno de nuestra entera consagración. “y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.” (San Juan 8:32 RVC)
Además, andamos mejor armados para lidiar con el enigma perenne de ¿por qué sufrimos? Cambia nuestro modo de ver nuestras pérdidas. Creíamos que las cosas y personas que perdimos eran nuestras. Pero resulta que no… siempre eran de Dios. Y, él hace lo que quiere con lo suyo. Con el tiempo y las experiencias de vida, hay en nosotros una confianza creciente: Nuestro Pastor eterno nunca dejará de abrazarnos.
Cada una de nuestras pérdidas será tornada en ganancia. Tan generosamente recompensados seremos que todo el dolor de ahora se reducirá a un recuerdo distante de aquel tiempecito hace mucho...
... cuando tuvimos que andar por fe.
“Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan.” (Hebreos 11:6 RVC)