Por un momento, creí que tuve un pensamiento original: susurradores de ovejas… hasta que lo investigué en Internet… pues, no. Ni modo… No me decepcioné. Me anima descubrir a otros pastores que se preocupen de sus ovejas.
Nosotros, más que nadie, llevamos ventaja, ¿no? Ya estamos bien posicionados para afinar nuestras capacidades de conexión más profundamente que antes. Un corazón pastoral y un oído empático no son cualidades innatas. Se reciben del Espíritu Santo. Estos dones hacen mucha falta hoy en día.
La Soledad Endémica
¿Alguna vez te has sentido solo? La soledad es peor que un perro nervioso que siempre te persigue, siempre necesita estar en el mismo cuarto contigo… siempre lloriqueando. Los artículos que leemos sobre la salud nos dicen que la soledad es la causa principal de muerte entre la gente de la tercera edad. No hay vacuna ni pastilla para ella.
¿Has estado alguna vez con personas solitarias? Una observación que hice al acompañar a Carol después de su ACV (Accidente Cerebrovascular) fue que a menudo se subestima a las personas mayores, se las visita poco, se las incluye poco… se las descuida, pues.
Cuando las enfermedades debilitantes se apoderan de nosotros, ¿en qué momento se vuelve Dios menos atento? ¿Cuándo llegamos a ser menos valiosos para Él?
Espero que alguien se ocupe de mí, aun cuando yo ya no recuerde quién es «yo». Dios recordará quién soy, aunque yo no. Además, él recuerda quién es mi ser querido que está sufriendo.
¿Quién soy yo? De mi se burlan estas preguntas mías en la soledad. ¿Quién soy yo? Soy tuyo, O Señor, por la eternidad. Adaptado de Poetic Insights on Personal Identity, Dietrich Bonhoeffer (Minneapolis: Augsburg Books, 2005, pp.8-9)
Cuando estamos inmersos en nuestro dolor, es fácil sentirnos inútiles. No sabemos qué podríamos ofrecer a los demás. El dicho «la miseria ama la compañía» nos quiere advertir sobre la gente que nos arrastraría hacia abajo. Pero, yo quiero darle un sentido positivo a esta frase. Cuando menos, contamos con dos cosas que siempre podemos hacer para acompañar a otros en su miseria:
Podemos pasar tiempo con ellos. Pasar tiempo significa estar en el mismo espacio con ellos… y sin prisas.
Podemos compadecernos de ellos. Compadecerse significa expresar simpatía mutua por una experiencia negativa compartida. Es escucharse y apapacharse.
Un cantautor dedicó una de sus canciones a los ancianos:
Sabes que… los árboles viejos solo se hacen más fuertes Y los ríos viejos se vuelven más salvajes cada día La gente vieja solo se vuelve solitaria Esperando que alguien diga Hola allí, hola Hello In There, Álbum: John Prine, 1971. (Trad. por GGS)
Imagina a un pastor en dolor que busque a una oveja en la misma condición, con la oferta de pasar tiempo juntos. ¿Dónde podremos aprovechar mejor nuestra temporada de duelo que en los recónditos más profundos del valle que ya conocimos demasiado bien? Queremos tanto a nuestra oveja que estamos dispuestos a revisitar nuestro propio dolor. Volvemos a bajar al valle para acompañar a nuestra oveja, compartiéndolo juntos—tanto las penas como las victorias descubiertas en la presencia de Dios.
El Arte de la Conversación Espiritual
Las sutilezas de la conexión profunda nos mantienen alertas, y nuestro deseo de ser mejores en ello crece. Siempre tenemos ganas de aprender más sobre el tema. En mi lista de lecturas recomendadas figura un libro titulado «La disciplina perdida de la conversación» (véase más abajo).
En el trasfondo hay una vigilancia constante, casi intuyendo la siguiente pregunta, reconociendo cuándo y cómo se nos ha concedido permiso para adentrarnos en la mente y el corazón de otro. Para descubrir la realidad que se esconde tras la fachada, hay que dedicar mucho tiempo a escuchar. Hay que estar callado y ser paciente casi por default.
Requiere todo lo que tengo, pero es más emocionante que agotador. Mientras escucho atentamente… mientras me abren su corazón… a veces desahogándose de la tanta miseria guardada… de repente siento un gozo profundo. Es una combinación de humillado, honrado, y alegre… porque alguien a quien quiero confía en mí para que le escuche y oiga su historia. No necesitan oír mi historia tanto como necesitan que yo oiga la suya. Encuentro alegría en que confíen en mí.
Es ligereza y libertad. La ligereza de un peso quitado de encima; pues, se dio la oportunidad por la que oraba. Y libertad porque ya no hay barrera. Se abrió la puerta a la plática que hacía falta.
¡Celebremos el compañerismo profundo! Es el fruto de la pericia obtenida para susurrarles a las ovejas.
Acuérdate cuando, Antes de ser amantes, Te juro que éramos amigos. Lost in the Light, Bahamas. (Trad. por GGS)
Sí, Carol, «antes de ser amantes, te juro que éramos amigos». Tu compañía y tus pláticas profundas me convirtieron en un mejor susurrador de ovejas. Tu aceptación de lo que vino después llegó envuelta en esa sonrisa radiante que fue tuya casi hasta el final.
El haiku de Carol:
Aceptación la naturaleza señala el camino las hojas bajan flotando en silencio ¿por qué… por qué no puedo yo? (Trad. por GGS)
Lecturas para reflexionar y refrescarse…
Come and Welcome to Jesus Christ, John Bunyan, 1681.
Gentle and Lowly: The Heart of Christ for Sinners and Sufferers, Dane Ortlund, Crossway, 2020.
The Contemplative Pastor, Eugene H. Petersen. William B. Eerdmans, 1989.
How to Inhabit Time, James K. A. Smith, Baker Publishing Group, 2022.
The Lost Discipline of Conversation, Joanne J. Jung, Zondervan, 2018.