Carol y yo habíamos reservado 3 noches en la playa para la semana pasada… nada como las costas de Oregon para escribir… y para un clima fresco y ventoso.
Les ganamos a los Spring Breakers… un cuarto con vista al mar a menos de 2 km de Haystack Rock. Anticipábamos unas caminatas en la playa seguidas de unos cafecitos cargados, hechos en nuestra cafetera italiana.
Lunes 4:00 PM… llegamos, desempacamos y nos preparamos para cenar.
Martes 1:40 AM… recibimos a una policía local junto con unos paramédicos. A Carol la trasladaron a un hospital a 14 km al norte. Se había desmayado—deshidratación, vómitos y agotamiento. Horas después, el cirujano nos planteó su plan de ataque con los posibles resultados. En el mejor de los casos, se resolvería el problema con el tratamiento… y si no, le tocaría cirugía y unos días más hospitalizada.
Una vista hermosa desde mi rinconcito cómodo, ¿no? A ver…
La majestad de Dios ante mis ojos y los rugidos del mar en mis oídos… una bella playa del Pacífico Noroeste, con amaneceres de colores pastel y puestas del sol espectaculares. Mientras, Carol amarrada a una línea intravenosa con un tubo metido por la nariz hasta el estómago… su condición—precaria… su pronóstico—incierto. ¿Dónde conseguiré hospedaje después del miércoles en la noche… cómo aguantaremos las dos horas en coche para llegar a casa..? Y aparte, yo desvelado y sin poder conciliar el sueño.
En pocas palabras… el problema se resolvió solito. A Carol la dieron de alta el jueves en la mañana, una hora después que chequé salida del hotel. Dos horas después, llegamos a casa. El viernes fue un día perdido para ambos… sin embargo, Carol fue agarrando fuerzas… y Greg ya podía deletrear su nombre nuevamente sin pensarlo mucho…
LO QUE SACAMOS DE LA EXPERIENCIA…
Siempre estamos maravillados de la respuesta cuando pedimos oración. Dios se presenta a travez de muchos creyentes que también se han presentado. Su apoyo alumbra el día.
Y ese detalle que siempre se me olvida… Dios planea y hace mejor que yo… una policía bondadosa, paramédicos de primera, diagnóstico oportuno, excelente atención… y vueltos a casa justo en el día antes programado.
Abrazar el momento—cualquier momento—nunca es todo horrible ni todo glorioso. Nuestro reto es aprender a vivir con esa dicotomía. Nos parece perpetua, pero no lo es… pues se resuelve en Dios. Conocerlo a él nos fortalece… cualquiera la crisis… y cualquiera su resolución.
Abrazar la totalidad del momento nos conduce a la libertad de vivir plenamente el momento… porque sabemos…
Dios está en este momento también.
(Para la versión en inglés… DRINKING IN THE MOMENT…)